No he tenido la oportunidad de leer la novela de Gustavo Bolívar Moreno pero me atrevo a parafrasear su título con el ánimo de recobrar mi costumbre de escribirles algunos párrafos a mis amigos y familiares, ya no mediante mi correo electrónico sino mediante mi blog en el que he habilitado una sección para colgar mis apuntes y compartirlos así con ustedes. Comparto muchas de las visiones de Bolívar Moreno, en particular su pesimismo al rededor de figuras de la talla de Diomedes Díaz y su nefasta influencia en la cultura de nuestro país.
Por motivos relacionados con mi nueva vinculación laboral -de la que debo aclarar me hace muy feliz- me sometí a un examen riguroso de mi capacidad visual en una óptica localizada en el centro histórico de la ciudad en la que actualmente resido, es decir Palmira, al sur oriente del Valle del Cauca.
A unos 38 grados centígrados de un lunes cualquiera tan húmedo como siempre, me aproximé a la Óptica Internacional cuyo nombre ironiza sus alcances locales y su clara vocación Vallecaucana. El lugar -un típico local escueto, con un par de cajas de luz adornando un conjunto de vitrinas que exhiben monturas deportivas, gafas negras o de sol y una que otra montura bifocal para los clientes que aun reconocen necesitarla- no me sorprendió en lo absoluto, fue mas un contexto extraño para encontrar una de mis primeras sorpresas en el país del divino niño en el que me encuentro tan a gusto como siempre.
Ella, una mujer de no más de veinticinco años era la responsable de atenderme; con un gesto amable me indico que me sentara, acto que me tomó algunos segundos mas de lo normal, quizá acaso por la angustia de mi sorpresivo encuentro o por el letargo de mis piernas que se cansaban ya del enorme esfuerzo visual que me genero el verla, como si esa fuera la primera prueba para mis ojos.
Una mujer de contextura media, un poco mas alta que el promedio Colombiano que ostentaba, lucia, exhibía, presentaba, modelaba y disfrutaba claramente un tetamen enorme en silicona, un polímero inodoro e incoloro hecho principalmente de silicio.
Su uniforme impecablemente blanco se forraba sin arruga alguna en un par de bolsas mamarias de singular tamaño y de extravagante impostura. Obviamente para tal regalo era indispensable lucir un escote. Es habitual referirse sobre todo a la escotadura que deja expuesta parte del pecho de una mujer, en este caso es casi redundante explicar que la parte exhibida era enormemente grande y parecía particularmente tersa y suave.
Lejos de parecerme atractiva me causo un impulso casi inocente de sonrojo, mis ojos, revoloteaban casi desorbitados y no encontraban el lugar común de sosiego para acompañar una conversación fluida entre vendedor y cliente, que era el orden lógico de la relación que acababan de plantearme tanto el destino como la suerte. Seguramente las primeras preguntas sobre mi visita, mi nombre y mi trabajo fueron respondidas con una incomoda mirada fija en esos grandes balones tan comodones para jugar en una piscina de olas o quizás para enfriar botellas de cerveza en la playa.
Luego de un breve instante me fije entonces en el contexto, en la figura que acompañaba esos melones blancuzcos y tan extravagantes. Era un cuerpo extraño, tan falso como solo las imposturas de lo artificial son capaces de construir. Un trasero de una firmeza titánica, una cintura de un circular perfecto, un rostro golpeado por la vida, el acné y el llanto; un cabello tan terso como la paja seca de un establo viejo, una uñas tan decoradas como los buses viejos de chapinero, un conjunto raro en un contexto que limitaba el norte con la pobreza y al sur con la desidia.
Tal extravagancia me dispuso casi de inmediato a la ardua labor de observar, con mas detenimiento del acostumbrado, todas y cada una de las mujeres que deambulaban en las calles, centros comerciales, pasajes y locales de las ciudades de Palmira y Cali, ambas en el Valle del Cauca.
Esta odiosa tarea etnográfica me ha permitido entender; lamentablemente sin experimentar, -trabajo que probablemente sea el motor de mi próxima publicación- un poco sobre el impacto en la cultura visual y porque no material de algunas subculturas Colombianas.
No es nuevo para nadie el fenómeno de traquetización de todas las esferas sociales, culturales y económicas del país del sagrado corazón, pero para mi no deja de ser un fenómeno social, cultural y económico interesante de estudiar y comprender en aras de descubrirlo como fenómeno antropológico y seguramente a futuro arqueológico; que extraño será para alguien descubrir la tumba de una reina Vallecaucana con dos o mas bolsas de silicio, probablemente de segunda y compradas a plazos e insertadas por médicos segundones que también se pagan a si mismos a plazos.
Este, que ya es un fenómeno masivo que rompió toda estratificación de clase o de etnia, es una herencia maldita de tipejos de la talla de Pablo Escobar o del Mexicano, que luego de enchular la moto y el carro, de colgar los cuadros de cualquier artista internacional en las salas de sus narco-casas y blindar con oro las tuberías de sus jacuzzis para obesos; encontraron en el cuerpo humano el único lugar para seguir mostrando lo que tenían de valor en los bolsillos y que tanto les faltaba en el alma.
Esa falta de escrúpulos tan Colombina, fue la que los llevo a inventar la Corbata Bogotana o Colombiana * que castiga a los que se van de la lengua y que premia a los que ganan rápido y gastan fácil. Es entonces el cuerpo de la mujer el siguiente medio para demostrar valía, para exhibir el dinero que sobra y que llega rápido. Esta suerte de inversión es un gasto bajo el rubro de imagen, es decir es un contable del estatus de mafioso, quien debe exhibir que tiene lo mejor. Ese es otro de los atributos irrefutable de cualquier relación de lava-perro, la de tenencia, la de pertenencia. Una mujer es un medio explicito de demostrar estatus. La querida de un lava-perros es una chanda, mientras que la del traqueto es una mami que se premia en bondades con tanta cuchilla como se pueda comprar. Cada corte en la piel demuestra tenencia, aumenta el valor, enriquece al ojo del vecino que quiere, que espía, desea y no obtiene. Es quizá este conjunto de valores los que me hacen mirar con tanto interés un fenómeno que pulula en las calles de chipichape o enajena los ojos en Unicentro o Palmeto plaza.
Atrás quedaron las viejas de segunda que servían de trofeos de la mafia que sonrojaban a las ricachonas tontas, atrás quedaron las pobres que soñaban con salir adelante, como si el frente fueran las tetas.
Ahora; y es una observación desprevenida; las ricas tontas, las pobres frustradas, las de clase media extintas, todas, todas ellas lucen, exhiben y demuestran silicio, bisturí y manguera; todas se retocan. Un regalo de quince, un auto-regalo de indulgencia de treinta, una recomposición de cincuenta; un devoto esposo que ansía, un amante que engalana; todas ellas son excusas para visitar a un especialista en imagen, como si la imagen se viera.
Los fenómenos asociados con la crisis económica han permitido explorar las modalidades de micro-prestamos para cirugías plásticas casuales, como se les llama; es decir, puedes quitarte o ponerte (quizá autoestima) gracias a tan solo $1.500 por día, unas tetas que valían millones ahora se compran a plazos y hasta de segunda. Los anhelos de una niña de menos de quince están cifrados ya no en destapar en un regalo a una barbie mona sino tener pechos, que ya no esperan siquiera a convertirse en un fenómeno natural que demuestra el crecimiento, sino en un atractivo artificial que cautive, quizás al vecino de cuadra que construye también su imaginario gracias a tantas herencias gringas, mexicanas y peruanas que se amalgaman en eso que somos y que nadie nos quita. El macho en cambio ostenta barriga, cerveza y plomo, pues para eso tiene y va a tener más.
Los demás fenómenos visuales de una sociedad de consumo aportan a esta descarada escalada de tetas; es decir, las telenovelas endiosan a Marbel (o Marbelle), le dan créditos a los nuevos vallenatos caribes, melo-dramatizan el secuestro y muy creativamente ensalzan la impunidad y ponen de llano al astuto y escamoso en la mira de los demás. Los noticieros son presentados por cuarentonas planchadas con tanto botox que apenas pueden pronunciar esternocleidomastoideo sin rasgarse como habichuelas entre sopa. Los maniquíes de las tiendas de ropa -que por naturaleza son plásticos- tienen exuberantes tetas y rabos perfectos.
Si quitarte la manteca que te tragas te hace sentir mejor entonces piensa en cuantos necesitan lo que comes y en cuantos jabones valdría la pena sacar después de tanto retoque.
Es ese el instante en el que añoro reposar sobre unos pechos tranquilos de un alma noble que ame enormemente lo que es y que valga por lo que siente. Quiero enchular a alguien con la alegría de hablarle y besarla y no con las mentiras absurdas de la belleza hipócrita de una sociedad que todo lo que toca lo convierte en dinero. Ese es mi paraíso.
Javier Ricardo Mejia Sarmiento
*con un machete o una navaja hacen un corte en la garganta a la víctima por debajo de la nuez, después meten los dedos en la herida y sacan la lengua, que queda colgando como una macabra corbata. En caso de que la víctima esté viva cuando la degüellan, se desangra lentamente y se ahoga.
15 years ago ·
Las observaciones que con prosa satirica haces, son precisas y describen la tragicomedia en que nuestra sociedad colombiana se ha convertido. Me llamaba particularmente la atención los maniquies en el Valle, especies hibridas de alternativo-traqueto-reggetonero. Sus colores de naturaleza estridente, curvas exageradas y gestos agresivos que en mi opinión demuestran una estética del hastio, el exceso y la desesperanza; amen de ser el pueblo mas alegre sobre la tierra. Este fenómeno primo-hermano, bastardo y venido a menos, del barroco, no hace pompa ni alarde de un refinado gusto por lo exquisito y a contrario del anterior no es ni disfrutado por un grupo privilegiado ni vive de la sangre de los vasallos, sino es consumido por todos y se alimenta de la sangre de los mismos que lo consumen y fomentan. Me temo, sin embargo, que este no es un fenómeno meramente colombiano, aunque sin duda en el somos los segundos mejores del mundo. Es una tendencia global hacia la alienación a través de la imagen sin moral, ética y ni estética. Una fuerza donde nuestras almas se venden al mejor postor, diseñado en europa y producido en china, a cambio de una éfimera felicidad imposible de alcanzar. Son unos tiempos oscuros los que vivimos, llenos de plástico y superficies brilantes y claras que no nos mantiene ciegos ante el negro fondo de la vil naturaleza de aquellos que crean y trafican con los imaginarios que describiste.
15 years ago ·
Que más añadir a esta reflexión, tan necesaria, pero a veces tan escasa en nuestros entornos…. que definitivamente es un fenómeno complejo de profundas repercuciones en nuestra sociedad, en los valores personales y sociales sobre los que se fundamenta nuestra cultura. Y no solo la cultura traqueta, sino sobre todo la de la banalización de la vida común, la de la perdida de valores fundamentales reemplazados ahora por pseudo-valores materiales que dan acceso a los descarnados y egoistas placeres de este mundo capitalista en el que nos toco vivir, la perdida del amor propio y de la autoestima por lo que somos en esencia, y la búsqueda ciega e insaciable de ese ideal que nos venden -y que no existe sino en el imaginario colectivo, en las pantallas y en las paginas de los pasquines y revistas con los que nos bombardean-. Y sobre todo la desaparición de la noción de existencia del otro, esa desaparición que se lleva consigo la vida, la conciencia colectiva e individual, y la memoria. Sumado a dosis incalculables de violencia, de desigualdad social, de represión, de exclusión social, y de intolerancia. Sin duda alguna, no sabemos aún las repercuciones reales de todos estos fenómenos en nuestra cultura colombiana, y en la humanidad entera. Pero lo que si es innegable a los ojos, como esos dos melones que generaron tu profunda reflexión, mi querido amigo Javi, es la presencia masiva de trazos, de secuelas, de sintomas de toda esta transformación en nuestra cotidianidad.
15 years ago ·
que gusto es leer algo escrito en un castillano tan claro y brillante…
15 years ago ·
Comparto tus apreciaciones y las de dRNn1076. En este curioso país de mujeres presionadas por los medios a convertirse en “muñecas de la mafia” – tromponas, tetonas y culonas pero brutas, eso sí -, no sólo los apéndices mamarios son de silicona. También lo son las ideas; mejor dicho, las babosadas blandengues y amorfas, los esputos seudo y subintelectuales de quienes se autoproclaman pensadores y conductores. Aquí, un cualquiera oportunista se lanza a la palestra exponiendo idioteces con acento insoportable de avivato pueblerino, se hace al poder con trampas y se atornilla como sanguijuela – a la brava y a pesar de las vilezas que representa -, no se quema por sus embarradas pero funde a otros y a cada mal paso se reencaucha como líder mesiánico que espeta desde la cima sandeces y denuestos. Esta cultura bastarda, machista y violenta que parió el connubio insano de la burguesía criolla vendepatria y de sus maestros y dueños los gringos entroniza desde hace cincuenta años la mentira impune como técnica magistral y endiosa a los culebreros como héroes. Sólo una sociedad en pena, con semejantes desvalores, con tan simplón y ridículo imaginario, con ese repugnante culto churrigueresco-traqueto-suicida por la silicona y la vanalidad puede sostener por ocho años a un endriago de tan ínfimos alcances y de tanta ordinariez como presidente. Por favor, ¡no hay derecho! ¡NO MÁS SILICONA!, ¡NO MÁS BÓTOX!
15 years ago ·
a pesar de todo, de las siliconas, del mal gusto y de la gran influencia de la mediocre television colombiana, todavia quedamos personas que valoramos la esencia del ser, que pensamos en una transformacion total del mundo que nos rodea.
14 years ago ·
@Eli
Sin la mas mínima duda, creo importante aclarar la muy placida y gratificante estancia que he tenido en este bonito contexto, rodeado de gente amable y muy calurosa 🙂 eso jamás lo negaré.
14 years ago ·
@Carlosé Mejía
Carlitos, logre rescatar tu comentario como algunos otros que estaban perdidos en la espesura de spam de mi blog. Mil gracias por los comentarios.
14 years ago ·
@Michael
Mike, logre rescatar tu comentario como algunos otros que estaban perdidos en la espesura de spam de mi blog. Mil gracias por los comentarios.
14 years ago ·
@Walter Aprile
Gracias Walter, espero verte en Nl en Junio.
14 years ago ·
MAGESTUOSA CRÍTICA CONSTRUCTIVA A LA REALIDAD SOCIAL DE UN PAIS QUE EN LA ACTUALIDAD DESEA FÁCIL TODO DE TODOS Y NO CONSTRUYE DESDE SU INTERIOR! QUÉ MAS DECIR ANTE TANTA REALIDAD QUE INDIGNA, QUE ENTRISTECE? EXCELENTE MENTE QUE SACA A LA LUZ TANTA VERDAD.
14 years ago ·
cuando ves esta producción en serie de maniquíes estandarizados con operaciones hay otro aspecto del que no hacemos mucha referencia…..es el estándar de calidad mas alto que nos venden..eso esta implantado dentro de nuestra sociedad…nosotros estamos en un mundo en que la primera impresión es lo que cuenta, la belleza nos atrae..belleza?…..ahi esta el error el concepto de belleza no va arraigado a mi parecer a (permiso mi coronel para usar mi jerga?) culos y tetas simplemente….ese factor lo veo mas arraigado a la parte animal de nuestro comportamiento…si vemos los “dueños” de esos cuerpos (que no son ellas…ellas ya son propiedad).. son lo que llamaríamos iguazos…seres que se rigen por el materialismo y ostentar un “trozo” de carne bien preparado en su bandeja y creer que todos los demás mueren de hambre, complace a un ignorante de tal altura y peor aun caen los ignorantes que lo rodean mientras se mofa de sus logros materiales….para terminar mi discurso pro etílico…… desear una mujer con esas características es simplemente eso un deseo de carne, de placer, no de amor ni de belleza..jamas sera así.. maldito ellos en su mundo ciego o felices?…..no sabría decirlo…en todo caso haz la prueba……. cómete el mas sabroso trozo de carne que jamas te hallas imaginado sera el mismo principio básico de una mujer de “estándar alto” y que ellas lo saben también (somos básicos de complacer)…instinto animal.. gracias
14 years ago ·
Javier, me gustan las personas como usted: De actuar modesto y pensar profundo.